Glaucoma: el ladrón furtivo de la vista

Del millon de españoles que padecen glaucoma, la mitad lo desconoce.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 4,5 millones de personas han perdido la vista de manera irreversible por culpa del glaucoma; una cifra que el año 2020 se elevará hasta los 11 millones.

Es más, el 90% de la ceguera que provoca el glaucoma podría evitarse mediante la detección temprana y el tratamiento. El diagnótico precoz se torna entonces fundamental.

A pesar de lo alarmante de las cifras, un problema relevante reside en aquellas personas que aún están por diagnosticar.

Y es que, como es una enfermedad silenciosa que en las fases iniciales no presenta síntomas, del millon de españoles que padecen glaucoma, la mitad lo desconoce.

Pero, ¿qué es el glaucoma?

Para entender lo que es el glaucoma antes hay que presentar a los "personajes" que intervienen en este trastorno.

Por un lado, se encuentra el nervio óptico, formado por más de un millón de fibras nerviosas, es decir, neuronas similares a las del cerebro que conducen la información desde la retina, donde se forma la imagen, hasta el cerebro, donde se procesa. Para verlo más fácilmente basta un símil: el nervio óptico es como un cable eléctrico y sus fibras nerviosas sus filamentos. Cada uno de ellos transporta un mensaje al cerebro, el lugar donde se unirán todos para producir la sensación visual.

Por otro lado está el humor acuoso, un líquido claro y transparente que produce el propio ojo, que fluye continuamente en su interior humedeciendo y nutriendo los tejidos. Mientras puede salir del ojo sin problema todo va bien, el problema llega cuando 'el tubo de desagüe', o lo que es lo mismo, el sistema de drenaje del ojo, se atasca. En esta situación, como el humor acuoso no puede salir, o al menos no a la velocidad normal, la presión en el interior del ojo, conocida como presión intraocular o PIO, aumenta.

Tras esta explicación se puede concluir que el glaucoma es una enfermedad ocular crónica que en la mayor parte de los casos se caracteriza por un aumento de la presión en el interior del ojo. Esta situación provoca que el nervio óptico se lesione y vayan muriendo una a una sus fibras nerviosas, lo cual se traduce en una pérdida progresiva de visión que puede llevar a la ceguera si el paciente no recibe el tratamiento oportuno.

Uno de los principales escollos que rodean a esta enfermedad es que, al igual que las neuronas del cerebro, las fibras nerviosas del nervio óptico no se regeneran y por tanto, cuando mueren, ya no se pueden recuperar. De ahí que sea tan importante la detección temprana de la enfermedad para poder tratarla a tiempo, antes de que el daño sea irreversible.

Síntomas y diagnóstico

Como ya hemos dicho, al principio nada hace sospechar de la presencia del glaucoma. Para cuando la persona afectada se da cuenta de que algo no va bien, ya se ha hecho con un espacio muy importante de la visión, un espacio perdido para siempre. Lo primero que nota es que ha perdido parte de su visión lateral y, en consecuencia, ve como si lo hiciera a través de un túnel. Posteriormente, si no se trata, la visión central también puede disminuir e incluso llegar a perderse por completo.

Actualmente la única manera de reconocer un glaucoma antes de que los síntomas comiencen a delatarle es realizar un examen oftalmológico. Dado que las estadísticas la señalan como una enfermedad que, en muchas ocasiones, acompaña al envejecimiento, se aconseja que todas las personas a partir de los cuarenta años de edad se sometan periódicamente a un examen oftalmológico con el que poder descartar o confirmar su presencia.

No obstante, aunque cualquier persona puede desarrollar un glaucoma, algunos individuos presentan un mayor riesgo, en concreto, los mayores de 40 años, las personas de raza negra, aquéllos con antecedentes familiares de glaucoma o de hipertensión ocular, diabéticos, grandes miopes o personas que llevan tomando durante tiempo un tratamiento con corticoides tópicos o sistémicos.


El diagnóstico de un posible glaucoma consiste en una exploración minuciosa del ojo que incluye tomas repetidas de la tensión ocular y campimetrías. En concreto, la campimetría explora el campo de visión del paciente para determinar si la función visual presenta daños y en qué grado. En función de la tensión, el grado de los daños, la edad del paciente y otros factores, el oftalmólogo decide el tipo de tratamiento más adecuado para cada caso.

Tratamiento

La única manera de frenar el avance de esta enfermedad es instaurar un tratamiento que consiga disminuir la tensión del ojo. Actualmente existen tres alternativas: medicamentos, cirugía láser y cirugía convencional. Ninguno de ellos conseguirá recuperar la visión perdida, pero sí proteger la que aun se conserva.

El tratamiento farmacológico para controlar la presión ocular suele consistir en la utilización de colirios, siendo importante seguir las indicaciones del tratamiento y ser riguroso y muy constante para que la enfermedad no progrese.

La cirugía láser se aplica en la misma consulta en pocos minutos y, salvo la inflamación del ojo, carece de efectos secundarios. Pero este tipo de cirugía no funciona en todas las personas, de hecho, sólo es útil en pacientes mayores; además, en muchos casos sus resultados no son permanentes y, en otros, el paciente tendrá que seguir usando medicamentos para el glaucoma aún después de someterse a esta operación.

Cuando ni los medicamentos ni el láser son capaces de controlar la presión del ojo, sólo queda la cirugía convencional. Las alternativas son varias, pero todas persiguen lo mismo: conseguir que se elimine el humor acuoso que ha quedado acumulado.

Una vez intervenido, el paciente deberá tener algunas precauciones durante las primeras semanas: no realizar esfuerzos físicos y administrase un colirio antiinflamatorio. Cada poco tiempo deberá acudir a la consulta del oftalmólogo para comprobar que el humor acuoso sale correctamente por la nueva vía y que la presión ocular se ha normalizado.

FUENTES: Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares, Instituto Nacional del Ojo (EE.UU.).